Los últimos sucesos ocurridos en el país con el asedio a la Corte Suprema de Justicia, por parte de algunos manifestantes, son una clara amenaza contra la democracia colombiana, que sin duda deben convocar de manera inequívoca a la defensa por el respeto a las instituciones y su independencia. Como colombianos estamos obligados a unirnos en un mismo sentir, alrededor del perdón y la reconciliación, como motores de una nueva mentalidad que sirva al progreso y a la estabilidad social.
El alto nivel de crispación social y política que se vive actualmente, debido al cóctel de la desinformación, la poca confianza en las instituciones, la polarización, y la violencia, está agudizando la tensión entre poderes, con resultados nada buenos para el país, mientras cada vez se distancia más de la reconciliación. La sensibilidad o la falta de ella recalca posiciones antagónicas que se alimentan de verdades a medias para forjar un radicalismo que nos está destruyendo. Es hora de hacer un alto y converger con empatía en un diálogo constructivo que nos una y acerque a ese mejor país con el que todos soñamos.
La semana pasada quedó demostrado que es un error garrafal, ejercer presiones a través de la movilización social. Siempre defendemos el legítimo derecho a la protesta pacífica, pero no el hecho de que se quiera utilizar para interferir en el desarrollo del trabajo transparente, independiente, y riguroso, que debe realizar cada institución.
Nuestro llamado es que todos rodeemos de garantías a las instituciones del Estado, que asumen por estos aciagos días serios roles como la elección de la nueva fiscal general de la Nación, que confiamos, se realizará en medio de un proceso con todas las garantías, tal y como lo ordena nuestra Carta Política. Hay que dejar actuar a las Cortes, Fiscalía, Procuraduría y Contraloría dentro de la esfera de sus competencias Constitucionales y legales, que sus fallos o acciones cualquiera que sean el sentido, sean acogidos y respetados, sin que exista interferencia ni presión alguna por las otras ramas del poder público.
El presidente Gustavo Petro debe esforzarse en encaminar el diálogo hacia el respeto, la conciliación, el compromiso y los resultados, así a través de consensos y acuerdos razonables, disipar la conflictividad y generar un ambiente propicio para el desarrollo del país en todos aspectos. Es urgente fortalecernos como país, hablar un solo lenguaje, dejar de estigmatizar, sentar en una misma mesa, abandonar los egoísmos y las confrontaciones, porque hoy lo importante es salir adelante, respetando las instituciones.
La única manera en que realmente podremos avanzar como país, es logrando una reconciliación nacional; que la izquierda y la derecha dejen de impulsar el odio, y lideren con inteligencia, enfocados en la reivindicación social. Nada bueno le produciría a Colombia una crisis institucional. No podemos permitir que se pierda el rumbo del propósito común de construir una mejor Patria.