El fenómeno delincuencial que ha proliferado en la capital del Atlántico y su Área Metropolitana es alarmante. El miedo de la ciudadanía se evidencia en cada barrio, en cada casa o apartamento del norte, centro, sur, oriente y occidente de la ciudad de Barranquilla y los municipios cercanos. Es un pánico generalizado producto del deterioro de la seguridad.
Casos de atracos, fleteos, homicidios y extorsión, están a la orden del día, sumando a diario nuevas víctimas de la criminalidad. Los aterradores hechos delincuenciales que se han presentado en los últimos meses en Barranquilla y Soledad, con masacres sangrientas o robos de película, dan cuenta de la escalada violenta que se viene presentando en el departamento, debido a la proliferación y el fortalecimiento de poderosas estructuras criminales como el Clan del Golfo y los Rastrojos Costeños.
De acuerdo con Indepaz, en lo corrido del 2023 se han registrado 9 masacres en el departamento del Atlántico, de las cuales 5 han ocurrido en Soledad, 2 en Barranquilla, 1 en Puerto Colombia y 1 en Malambo. Según Medicina Legal, en lo que va del año el municipio de Soledad registra 178 homicidios, Malambo 64, Puerto Colombia 11 y Barranquilla con 321 casos. Cifras escalofriantes producto de la propagación de la delincuencia común, el auge del fenómeno de extorsión, y la expansión de las bandas criminales, que constantemente se encuentran en disputa por el territorio para el hurto y el tráfico de estupefacientes.
La falta de políticas sociales efectivas han multiplicado los problemas de violencia, microtráfico y hurto. Más allá de un fenómeno de coyuntura, este es un profundo problema derivado de la desatención de las necesidades básicas de la población en términos de servicios públicos, vivienda, salud, educación, empleo, ordenamiento territorial, protección a la tercera edad y a la primera infancia.
Pese a los esfuerzos de las autoridades locales, lo único contundente es que la seguridad se salió de las manos y esa es una situación onerosa que no puede mantenerse en el tiempo y frente a la cual tenemos que reaccionar todos para rodear a las autoridades, denunciar al delincuente y contribuir con la Fuerza Pública a la captura de quienes quieren hacer de nuestra ciudad el refugio impune de sus fechorías. En este punto, resulta pertinente que se multipliquen los esfuerzos para que la inoperante judicialización de los criminales no anule la lucha de la Fuerza Pública en procura de su captura.
El panorama a la fecha, la situación de inseguridad de Barranquilla y su Área Metropolitana, así como en otras zonas del Atlántico, requiere el más profundo compromiso institucional y la inmediata intervención del ejecutivo bajo su dirección. La lucha contra la criminalidad y el incremento de homicidios tiene que ser más fuerte, necesitamos que el gobierno Nacional entre a ejecutar una intervención contundente en los territorios. Por su parte, la Gobernación, Alcaldía, Fuerza Pública y Fiscalía, tienen que seguir multiplicando esfuerzos para evitar que el departamento se siga desangrando y saliendo de las vías por culpa de los violentos y los irresponsables. En mi caso estoy dispuesto a brindar mi concurso, el que sea necesario, para ayudar en ese propósito. Máxime ahora que comienza la temporada de fin de año, que debe ofrecer las mayores garantías para la seguridad ciudadana.
Es urgente que se le pueda garantizar a la ciudadanía afectada y en estado de pánico, su tránsito por las calles a pie o en vehículos en desarrollo de actividades personales y profesionales. No se nos puede volver paisaje o una rutina urbana, la inseguridad que ha invadido al Atlántico. En el caso de la región Caribe, este flagelo viene escalando a grandes pasos, afectando la integridad y la vida de los ciudadanos, quienes reclaman el restablecimiento del orden y el retorno de la tranquilidad.