AJUSTAR LAS VELAS

sábado, 30 de agosto de 2025 a las 07:00 AM Publicación

Mucho viento, pero poco avance, ha tenido el sector de la energía eólica en Colombia. La posibilidad de instalar hasta 15,4 gigavatios de capacidad eólica al 2050, es decir un 17 % de la matriz eléctrica nacional, está quedando en veremos por el lento avance de los proyectos, la huida de inversionistas, los interminables trámites, las incertidumbres regulatorias y los retrasos en infraestructura. Estamos desaprovechando un recurso estratégico, envidiado por muchas naciones, que anhelan los vientos y fuertes que tenemos en el país para impulsar la competitividad, asegurar la confiabilidad del sistema eléctrico y responder a las crecientes demandas de sostenibilidad.

Los proyectos eólicos, especialmente los ubicados en La Guajira, llevan años empantanados, sin la posibilidad de conectarse al Sistema Nacional por los procesos de consulta previa con comunidades indígenas que se dilatan indefinidamente, los retrasos en la entrada en operación de la Subestación Colectora y la falta de cierres financieros que reflejan el escepticismo de inversionistas frente a un marco normativo que cambia constantemente. El reloj corre y Colombia se está quedando atrás. Mientras otros países de la región consolidan parques eólicos y se preparan para exportar excedentes de energía limpia, aquí seguimos atrapados en lo más elemental: licencias inciertas, infraestructura pendiente y normas que cambian con cada gobierno.

Plantear la transición energética desde lo social, con un enfoque diferencial para territorios étnicos, es uno de los principales retos que tenemos como país. El viento no puede ser solo una fuente de energía; debe ser un motor de inclusión. De lo contrario, la transición energética corre el riesgo de convertirse en un nuevo modelo extractivista con proyectos que usan el territorio, pero no generan bienestar para quienes lo habitan. El verdadero desafío político está en convertir el desarrollo eólico en una transición para todos que genere empleo digno, inversión social y reconocimiento a las comunidades. Hablar de sostenibilidad carece de sentido si las comunidades donde se produce la energía son excluidas.

El presente y el futuro del sector eólico en Colombia deben plantearse desde una visión estratégica de país y no limitarse al corto y mediano plazo. Por ejemplo. su integración con el hidrógeno verde y los combustibles sintéticos es una puerta que hay que abrir para que Colombia se convierta en líder regional en energía renovable. Por otro lado, la interconexión con Panamá permitiría enviar excedentes renovables hacia Centroamérica y diversificar nuestras fuentes de divisas; esta electrificación industrial basada en renovables impulsaría la competitividad del país en un mundo que cada vez castiga más el carbono. El largo plazo se construye con decisiones inmediatas, no con promesas aplazadas.

El óptimo desarrollo de la industria de la energía eólica es una necesidad estratégica en un país como el nuestro, que enfrenta vulnerabilidades crecientes en su sistema eléctrico y que debe responder a la demanda global de sostenibilidad. Corremos el riesgo que, por falta de decisiones políticas y gestión estatal, aumente la deuda con la energía eólica. Hoy el viento sopla a favor, pero Colombia navega en sentido contrario. Es hora de ajustar las velas.

Publicado en: Diario La República