Una a una están desertando las empresas encargadas de proyectos de generación con Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (Fncer), que se han visto superadas por las múltiples dificultades encontradas en el camino. Lo que habíamos pronosticado que podría presentarse como un efecto bola de nieve, ya es una tenebrosa realidad, que amenaza la transición energética en el país.
Hace unos meses, cuando el Grupo Enel anunció su decisión de suspender indefinidamente la ejecución del proyecto eólico Windpeshi en La Guajira, debido a conflictos con las comunidades, se encendieron las alarmas de lo que podría llegar a ocurrir con otros proyectos renovables, que actualmente enfrentan desafíos de toda índole, que se han convertido en enormes cuellos de botella que alteran la dinámica del sector.
La retirada de la empresa francesa EDF Renewables del proyecto de energía solar en Girardot, aduciendo demoras en los trámites para obtener las licencias y permisos en el país es la crónica de una muerte anunciada, que llevamos tiempo presagiando, pero que hay que evitar se replique en otros proyectos. Una vez más queda en evidencia la constante negativa de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) que la distancian de la transición energética, y el veto que las distintas Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible le han impuesto a las renovables.
Resulta cuestionable que un Gobierno que se ufana de una transición energética justa, promueva normas regulatorias contrarias a este propósito. Con resoluciones, decretos y hasta la reforma tributaria le han dado la espalda a la emergente industria, que se ha visto afectada en la rentabilidad de los proyectos debido a las modificaciones en los beneficios establecidos en las leyes 1715 y 2099. Tienen toda la razón los inversionistas al señalar que los cambios regulatorios y fiscales han impactado sus cierres financieros.
Los cambios en las reglas del juego de las renovables emprendidos por el Ejecutivo se han convertido en una zancadilla para el sector, cuyo crecimiento se ve aminalado. Es lamentable que por la negligencia del Gobierno Nacional y la alta burocracia, empresas internacionales prefieran irse del país y pagar altas multas, en lugar de avanzar en los proyectos solares y eólicos dentro del proceso de transición energética que propone el presidente Gustavo Petro. En conclusión, se nos está escapando de las manos la posibilidad de diversificar nuestra matriz energética.
La plaga de dificultades que ha contagiado a muchos de los proyectos, sigue sin un antídoto. Y continuaremos así, si no se cuenta con el apoyo decidido de las Entidades que tienen en sus manos el desarrollo de las energías renovables. Para superar estas dificultades se requiere del compromiso público-privado, un trabajo en armonía que contribuya destrabar los procesos y trámites, así como también, de un Gobierno que pase a los hechos con una política real de transición energética que contribuya al mejoramiento de los procesos actuales, y brinde estabilidad macroeconómica, regulatoria y jurídica para el desarrollo de nuevos proyectos de generación sostenible. Llevamos más de un año escuchando discursos que aún no logran materializarse. No hay tiempo que perder.
Publicada en: La República