Despejar las dudas acerca del futuro de la empresa de agua, acueducto y alcantarillado de Barranquilla, Triple A, es una de las obligaciones que tiene pendiente la Alcaldía con los ciudadanos. La incertidumbre que desde hace años no deja de rondar a la compañía de servicio público, ahora se ha trasladado al nuevo proceso de venta.
Cuando circuló en internet la información acerca de la firma de un memorando de entendimiento entre Empresas Públicas de Medellín (EPM) y el Distrito para una posible compra de acciones de Alumbrado Público de Barranquilla en la compañía Triple A, expresé mi desacuerdo y preocupación ante la intención de dejar nuevamente la empresa de los barranquilleros en manos foráneos. Al día de hoy sigo convencido de que entregar el control de nuestro patrimonio público a los paisas, sería un retroceso. Un verdadero fracaso.
Es una torpeza pasar por alto la mala experiencia que hemos tenido con EPM en el Atlántico, con el cuestionable servicio que presta en Malambo, la empresa Aguas de Malambo manejada por EPM. Lo que está ocurriendo en este municipio es un reflejo de lo que podría pasar con el servicio en Barranquilla y en los 14 municipios del Atlántico en los que opera Triple A, si EPM llegara adquirir el 51 % de las acciones.
Si bien los vientos parecieran estar a favor de EPM, con la reciente decisión de la Contraloría General de la República de archivar la investigación preliminar relacionada con la venta del 82.16 % de las acciones que tenía la Sociedad de Activos Especiales -SAE-, en la Triple A. Pronunciamiento que despeja el camino para la cuestionada transacción. El silencio inquietante que ha reinado sobre la negociación sigue generando suspicacias.
Es que, pese a los anuncios de la materialización de la compra, realizados por el gerente de EPM, el mes pasado, no hemos tenido información de ningún avance. No sabemos qué ha pasado, hasta que punto de la negociación se llegó, ni si finalmente se va a realizar la compra. Así como ha sucedido con todo el proceso, muy poco es lo que se conoce, de una venta que debe ser transparente y a la luz de los ciudadanos.
A las preocupaciones suscitadas por la vaga información que tenemos respecto al plan del Distrito para vender parte de las acciones de la Triple A, se suma el deterioro que ha presentado, en los últimos años, los servicios de agua y aseo, junto a las altas tarifas. Un dolor de cabeza que aviva los cuestionamientos sobre el negocio y el estado financiero de la compañía.
Mantener el control accionario de la empresa Triple A en manos de los barranquilleros es el anhelo de los ciudadanos. Pedimos al Distrito plena franqueza ante una decisión tan trascendental para Barranquilla, necesitamos que se nos garantice que no se va a jugar con el patrimonio colectivo.