Permanecer en el Congreso de la República es una nueva oportunidad que recibo con humildad y sincero compromiso de cumplir con mis deberes en una nación que goza de estabilidad democrática y muestra progresos históricos.
Sea lo primero expresar mis agradecimientos a quienes me apoyaron con su voto ayer y en especial a mi familia y a mi equipo de campaña, pues no han sido fáciles estas elecciones. Dejan numerosas enseñanzas. No me extiendo en consideraciones porque los resultados no son todavía definitivos. Faltan los escrutinios formales y sigo recibiendo información sobre los hechos de la jornada.
Las de ayer, como una primera conclusión, fueron unas elecciones en paz con pocos antecedentes en la historia y eso es muy importante que se registre. Los problemas fueron netamente electorales.
No solo se renovaron las corporaciones legislativas, con algunas sorpresas, con resultados convenientes para los partidos históricos que le dan estabilidad sino que definió al menos dos de los candidatos que se disputarán con posibilidades la Presidencia de la República.
Mi partido debe definir pronto por cuál de las opciones en contienda nos comprometeremos en la campaña por la Presidencia, decisión a la cual concurriré. Y lo haré con plena responsabilidad con Colombia.
Lo que viene es muy importante para el destino de la patria y nuestro deber es favorecer no solo la estabilidad de la nación sino también impulsar las reformas sociales y económicas que el pueblo ha expresado en las últimas semanas a fin de mejorar la economía del país, la calidad de vida en sus habitantes y garantizar sus derechos.
Malo en estas elecciones que haya fallado la distribución de las tarjetas electorales para las consultas interpartidistas, distribución que es función de la Registraduría, en unos comicios que requieren como pocos la confianza en el escrutinio de la voluntad popular. Igualmente malo que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no haya hecho quórum cuando se requería en la tarde de ayer una decisión de su parte acerca de si se prolongaba el horario de las votaciones, a lo cual se declararon dispuestos el gobierno y los partidos.
Al final los resultados en la consulta, donde los ganadores lo hicieron sin atenuantes, le quitan fuerza a un debate ahora sobre confiabilidad del sistema electoral por fallas de operación que tienen que ser corregidas. Pero no es posible ignorar estos problemas.
Si a la interferencia del dinero, de fuerzas ilegales, del poder territorial ejercido de manera abusiva y de otros obstructores antidemocráticos, se agregan fallas del sistema electoral que ya parecían superadas, la democracia colombiana termina siendo no funcional al progreso económico y la estabilidad de la nación. Por estos hechos estas elecciones dejan un mal sabor.
Reinicio mis actividades en el Congreso con el mismo compromiso de siempre, que es continuar engrandeciendo a Colombia. El objetivo de los colombianos no puede ser otro que robustecer la economía para que haga posible y sostenible el desarrollo social a fin de derrotar la desigualdad y la pobreza.
Educación, salud, empleo, vivienda, la familia, los servicios públicos, seguridad y justicia, los derechos ciudadanos, han sido las grandes demandas de los colombianos en estas elecciones y debe ser nuestra agenda prioritaria. A eso me he comprometido y en eso estaremos siempre.
Para la Presidencia de la República debe elegirse, en consecuencia, quien no ponga en riesgo la estabilidad republicana alcanzada pero al mismo tiempo que sea consecuente con las demandas ciudadanas señaladas.
Reitero mis agradecimientos a quienes han hecho posible que mantengamos nuestra presencia por cuatro años más en el Senado. Redoblaremos nuestro trabajo. Le cumpliremos a los colombianos y en especial a nuestra gente Caribe. Hay que creer en Colombia. Creer en nuestra región.