Las elecciones de este domingo para renovar el Congreso y decidir en dos consultas abiertas candidaturas a la Presidencia de la República son trascendentales para el futuro de la nación. De ahí la importancia de que los ciudadanos acudan a las urnas y que lo hagan con sentido de patria.
Me competen más directamente las elecciones de Congreso por cuanto estoy buscando una nueva elección y pido la confianza de los ciudadanos, especialmente de mi partido, para desarrollar una agenda en cuatro años que tiene como objetivo contribuir a la recuperación de la economía para hacer posible la Justicia Social que haga sostenible los esfuerzos de paz y prosperidad con unidad, que es el ideario del Partido de la U.
He expuesto en todo el país, especialmente en la región Caribe, mis propuestas para seguir construyendo sobre lo construido porque hay que creer en Colombia. Mi impresión es que el llamado que hemos hecho numerosos colombianos para que la campaña presidencial este encaminada en buscar soluciones concretas a las grandes demandas ciudadanas, empieza a tener desarrollo, pues en los últimos días los candidatos han lanzado sus programas.
De manera que temas como el empleo, salud, educación, agua, vivienda, lucha contra la corrupción están saliendo a flote y eso es lo que conviene, en especial a nuestra región, porque es la Justicia Social lo que más nos interesa y seguramente la región tomará sus decisiones al final en función de los compromisos que se asuman por las candidaturas. Eso espero.
Mi agenda como congresista está determinada hoy por los objetivos de la recuperación de la economía, que ha crecido por debajo del tres por ciento del PIB en promedio durante los últimos años y por la construcción de un pacto para llevar a Colombia a lugares menos vergonzantes en desigualdad y pobreza. No se puede dejar de lado estos objetivos que han animado a la nación y con los cuales se pudo asimilar los rigores de la crisis internacional de los precios de los productos que exportamos. Nos ha ido mal pero otras naciones con menos estabilidad, como Venezuela, han padecido más.
Para no vivir la experiencia del país vecino, Colombia tiene que proseguir en políticas de favorecimiento de la industrialización exportable y aprovechar sectores como la producción agraria, el turismo, la producción de energías limpias, la construcción de la infraestructura y un más vigoroso esfuerzo en innovación. Eso para citar lo más urgente e importante.
Los resultados económicos recientes indican que manufactura, sector agrario y turismo son los que mejor están respondiendo en el país y eso da pie para insistir en ellos, dado que la minería no es ya confiable. Insistiré en la promoción de las energías renovables porque estamos perdiendo en eso grandes oportunidades. Falta menos que cuando iniciamos la campaña para dotar a Colombia de certezas y economía en materia energética pero, como señalé en la columna pasada, ha habido demoras en la implementación de la ley 1715. No abandonaré jamás la lucha porque se cumplan los objetivos en este frente. Igualmente, en el mismo sector, toca estar muy vigilante para que se solucione lo relacionado con la comercialización de la energía eléctrica hoy a cargo de Electricaribe.
En la agenda del Congreso están varias reformas trascendentales, algunas de las cuales no han podido concretarse en varios años, como la de la Justicia, la pensional, la estructural tributaria con objetivos de equidad y la política. La reforma social rural no da espera por cuanto ya está en trámite en el Congreso y forma parte de las urgencias nacionales para mejorar la economía e impulsar los servicios a la población para controlar la urbanización o incentivar el retorno.
Me ocuparé con mi equipo en estos temas de fondo pero también, seguiré con mi agenda propia. Es de mi interés que se aborde un tema de nuestra época, que es el uso responsable de las nuevas tecnologías, de manera que estas sirvan para generar desarrollo y no para destruir cohesión humana. El debate está en el mundo desarrollado. Colombia debe abordarlo con inteligencia y sin dejar de cumplir los derechos a la libre expresión. Es posible lograr más responsabilidad en los operadores de las tecnologías.
Me ocuparé igualmente de que los compromisos en la implementación de los acuerdos con las Farc estén dentro del marco constitucional y en especial que favorezcan a las víctimas por encima de las demás consideraciones. La paz de Colombia es más Justicia Social que beneficios para los obstructores de la sana convivencia.
Asumo también el compromiso de seguir con los temas de seguridad ciudadana y Justicia porque la legislación tiene que transitar hacia donde concurren las necesidades. Si los logros para desactivar el terrorismo rural conducen a acelerar los procesos de descomposición en las ciudades hacia allá debe orientarse ahora la acción de las fuerzas militares y policiales con la justicia penal y políticas sociales para llevar tranquilidad y calidad de vida a los ciudadanos.
Nuestro objetivo político ha sido mejorar la calidad de vida de los colombianos y garantizar sus derechos. Hemos avanzado en estos años pero la tarea es inmensa y siguen numerosos asuntos pendientes, como los he reseñado. Trabajaré con buena fe y compromiso. Siempre pensando en los ideales que me han legado mis mayores, en especial mi padre José Name Terán, de quien aprendí que servir a Colombia y a los colombianos es el destino en la vida. Servir especialmente a la región Caribe y a mi ciudad.
Me despido esta vez pidiendo una renovación de mandato para hacer más prospera y en paz a nuestra nación.