El terrorismo urbano es una de las plagas de nuestro tiempo, consecuencia de la globalización, la irrupción tecnológica en comunicaciones y la conciencia universal sobre los derechos humanos.
Ninguna ciudad en el mundo, por muy eficiente que sea su sistema de seguridad, está totalmente blindada frente a los ataques terroristas. Mucho menos en Colombia, donde persiste el terrorismo guerrillero, el narcoguerrillero y las bandas criminales con las diferentes fuentes de financiamiento y motivaciones.
Barranquilla y su área metropolitana han tenido una dolorosa comprobación de la barbarie terrorista el fin de semana con explosiones en la estación San José de Barranquilla y el CAI de Soledad 2000. Hubo muerte, heridos con secuelas de por vida y terror ciudadano.
Me satisfacen las reacciones de la población y de las autoridades de todo nivel. Banderas a media asta, bajón en el ambiente festivo por el duelo, expresiones de solidaridad con las victimas desde los lugares insospechados, son todas manifestaciones del rechazo que se merecen los violentos cobardes. La ruta hacia adelante no puede ser otra que cohesionarnos para derrotar al terrorismo con la ley y la fuerza. Con inteligencia y firmeza.
De mi parte lo primero que deseo expresar es mi solidaridad con las victimas con la esperanza y la voluntad de que estos hechos sean investigados y que haya condenas eficaces y oportunas. En particular expreso mi solidaridad con la Policía Nacional.
Pero, ante todo, es preciso que prevengamos el terrorismo urbano, para lo cual se requiere una revisión de la política de seguridad ciudadana que implica cambios en los objetivos y estrategias de la Policía y el Ejército, así como en el sistema penal, en todo lo cual los congresistas tenemos responsabilidades en la toma de decisiones. Las asumo plenamente, como siempre ha sido.
Nada de estar relajadas nuestras fuerzas de seguridad. No cabe tanta inoperancia en el sistema penal.
Ya habíamos señalado en columnas anteriores que nuestras ciudades están ahora más amenazadas o expuestas en razón de que se reduce la violencia rural por efecto de los acuerdos de pacificación y los éxitos de la fuerza pública y la justicia contra las bandas criminales, entre otros motivos.
Las tendencias difundidas venían exponiendo esa mutabilidad de la criminalidad. El gobierno mostró en diciembre como la tasa de homicidios fue inferior en 2017 a lo alcanzado desde 42 años, y eso es positivo, pero quedó claro en los informes que en las ciudades están las mayores tasas respecto al campo. Es lo que me motiva a insistir en políticas integrales, estratégicas y con alcance metropolitano en seguridad y justicia para Barranquilla y su área para hacer frente a todo tipo de violencia y aumentar con ello la confianza de las personas para salir a la calle desde sus casas o trabajo y sentirse seguros en su lugar habitual de asentamiento.
El terrorismo requiere trato diferente.
¿Cómo enfrentar, entonces, la amenaza terrorista? El terrorismo es eficaz hoy por hoy no porque la barbarie humana esté más desarrollada en la historia sino por la capacidad de hacer daño que tienen las herramientas usadas, la capacidad que tiene para producir miedo por su difusión y esto, miedo y difusión, es lo que buscan sus agentes. Pero está probado que el Estado colombiano y la sociedad, lo ha logrado cuando ha tomado la decisión de doblegarles. El narcoterrorismo de fines del siglo XX, aun cuando nos costó sufrimientos, es una prueba del triunfo del bien sobre el mal.
De manera que la amenaza y la realidad terrorista en Barranquilla, por muy feroz que llegue a ser, debe ser enfrentada con contundencia, sin pausa y con resultados verificables. Se requiere competencia en la investigación y justicia efectiva. Uso legítimo de la fuerza letal cuando se requiera por procedimiento oficial.
La cohesión entre el Estado y la ciudadanía es lo más importante ante el desafío que nos hacen los terroristas. Tenemos algunas diferencias con los gobernantes territoriales que son apenas obvias en la interacción política pero frente a la barbarie y la amenaza terrorista lo que debe existir es un haz de voluntades, como lo estamos promoviendo, para derrotarles sin atenuantes. Manda aquí el Estado legitimo con la ciudadanía o mandan los criminales. Eso es lo que está planteado hoy.
En este caso de los ataques del fin de semana los investigadores parecen haber encontrado, según las primeras declaraciones del presidente Santos y el Fiscal General Martínez Neira, tras la captura del operador de los explosivos en San José, elementos clarificadores. Surge la pregunta acerca de la potencia de la organización que está detrás y las motivaciones para conocer si estamos frente a unos episodios transitorios que solo enlutarían estos carnavales o con fuerzas de veras desestabilizadoras, como lo sugirió el Presidente por la forma como hicieron el ataque en San José.
Las hipótesis de que sea guerrilla en alianza con una banda criminal o retaliaciones de bandas locales deben dar paso a certezas para determinar qué hacemos.
Esperamos información más decantada a partir de las actividades en marcha con capturas posibles que puedan contribuir a la verdad. Pero la consigna ya se ha definido.
Son firmeza contra el terrorismo, cohesión entre los agentes del Estado y la sociedad, inteligencia para la investigación, todo ello en la medida de los desafíos que impone el terrorismo urbano. Porque a Barranquilla y su área no la podemos dejar atrapar por los terroristas. No podemos fallar frente a la acción y la amenaza terrorista.