Por su alto impacto en el comportamiento económico y fiscal, el sector minero-energético es, sin duda, el más importante del país. De ahí la responsabilidad de no liderarlo desde las improvisaciones, cambios abruptos, y mucho menos negligencias o ineficiencias en la toma de decisiones, tanto estratégicas como de operaciones. En esta columna, he querido registrar mis respetuosas sugerencias a la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, quien tiene el deber de dirigir, con sensatez y prudencia, un ministerio con un enorme peso.
Uno de los nombramientos más controvertidos en el Gobierno del presidente, Gustavo Petro, fue el de la ministra Vélez, debido a su poca experiencia en los aspectos técnicos de la industria. Sin embargo, su liderazgo se percibe como un punto a favor para generar consensos. Hoy a puertas de un apresurado debate de moción de censura en la Cámara de Representantes, Irene Vélez, tiene la oportunidad de redireccionar el rumbo de un sector que clama por ser escuchado.
Para nadie en Colombia es un secreto que, desde hace años, el dolor de cabeza en la Costa Caribe ha sido el pésimo y cada vez más costoso servicio de energía, un problema que ahora se ha trasladado a todas las regiones del país. Así que el mayor desafío que tiene la ministra Vélez es lograr una verdadera reducción en las tarifas de energía, mínimo de 20%. Se valora el trabajo que ha realizado en medio de su cruzada por la justicia tarifaria, pero no es suficiente. Sí o sí hay que disminuir las tarifas, que están jalonando la inflación y por consecuencia elevando el costo de vida de los colombianos. Sin más excusas hay que intervenir vía decreto a los generadores hidráulicos, que poco aporte han realizado.
Modificar el cargo por confiabilidad e impedir el cargo a las hidroeléctricas por disponibilidad de agua es una asignatura pendiente, que la ministra debe sentarse a revisar para empezar a tomar decisiones. Por otro lado, es primordial trabajar la transición energética desde lo que hay, arrancar desde cero sería una torpeza, todavía hay muchos pendientes en la implementación de las leyes 1715 de 2014, 2099 de 2021 y 2169 de 2021, que son la base de la transición.
Ministra, aproveche la fortaleza que tiene en el diálogo social y lidere la resolución de los conflictos con las comunidades en los procesos de consulta previa, para que impulse de esta manera la entrada en funcionamiento de los proyectos de energías renovables que se encuentran suspendidos.
Hay que acabar con el doble discurso en el que se le dice no al petróleo, no al carbón y no al gas, pero sí a las regalías. De los 20 billones de pesos que espera recaudar el Gobierno con la recién aprobada reforma tributaria, $9 billones serán aportados por la industria de los hidrocarburos, no es justo que se maltrate y no se le entreguen garantías a un sector que aporta importantes recursos fiscales. La desaceleración global que se proyecta para el año entrante exige que mantengamos el dinamismo y la confianza en la inversión de este sector.
El Gobierno debe ser coherente y entender que el país necesita una transición energética responsable, respaldada por la industria de los hidrocarburos. Cuanto antes, el ministerio debe dar claridad, sobre la política minero-energética de este cuatrienio y moderar el discurso frente a los combustibles fósiles. Llegó el momento de tomar decisiones, no se puede seguir improvisando y permitir que la ideología acabe con la economía de Colombia.
Publicada en: La República