Con el tiempo corriendo en contra frente a un mar que amenaza cada vez más fuerte la vía Ciénaga – Barranquilla, se encienden nuevas alarmas ante el inminente riesgo del cierre de la carretera. La afectación directa que está causando el fuerte oleaje en la estructura de la vía a la altura del kilómetro 19, producto del descontrolado proceso erosivo, nos aproxima al colapso.
Los trabajos de contención adelantados por la concesión Ruta del Sol II para proteger la vía se han quedado cortos ante la creciente emergencia, que exige una mayor capacidad de respuesta. Según las últimas advertencias emitidas por la concesión y la Cámara Colombiana de Arquitectos seccional Norte, se estima que las labores de mitigación adelantadas solo soportarán menos de un mes. Una alerta que no podemos ignorar por los graves perjuicios económicos, sociales y ambientales que ocasionaría perder la conectividad de la troncal del Caribe.
La agresiva socavación que se presenta en el talud instalado, no solo amenaza la interrupción de la movilidad de vehículos en este corredor estratégico que comunica Barranquilla con el Magdalena y el occidente del país, cuyas pérdidas económicas ante un eventual cierre se estiman por encima de los $15 mil millones semanales, sino que también implicaría una gran afectación en el componente ecosistémico de la Ciénaga grande de Santa Marta, ocasionando una nueva tragedia ambiental.
Reconocemos el esfuerzo y la atención que le ha dado el Gobierno Nacional, en cabeza de la Ministra de Transporte, Ángela María Orozco Gómez, a la problemática erosiva en los kilómetros 19 y 28, que lleva más de dos décadas clamando por soluciones de fondo. Los alentadores anuncios de la aprobación de 700 mil millones de pesos por parte del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) para la construcción de los viaductos entre Ciénaga y Barranquilla, incluidos en el paquete de obras del plan de infraestructura vial, nos permiten ver una luz en el futuro de esta vía. Sin embargo, en estos momentos de crisis, necesitamos toda la voluntad nacional para mitigar esta problemática en el corto plazo.
Con los resultados de los estudios y diseños contratados para las obras de protección marginal de vía Barranquilla – Ciénaga, presentados por el Instituto Nacional de Vías (INVÍAS) como solución para la mitigación la erosión costera mientras son construidos y puestos en operación los nuevos viaductos como solución definitiva a la afectación, es preciso dar inicio a las acciones para evitar que pronto desaparezca la vía.
Ante esta crítica situación urge actuar con diligencia y efectividad, no podemos sentarnos a esperar a que se surtan los procesos contractuales que culminarían al menos en tres meses. Solicitamos a la Ministra de Transporte y al INVIAS, darle una mayor celeridad al proceso y de ser necesario declarar la calamidad pública para solucionar este problema que ya supera la capacidad institucional de la administración del Magdalena y que requiere de la intervención nacional.
Al ser una de las carreteras más importantes dentro de la cadena de comunicación vial del Caribe, con una gran incidencia ambiental es apremiante que se atienda la emergencia para que se evite el colapso. El impacto sobre la productividad regional que tendría su cierre es dramático e impensable en medio de en este proceso de recuperación económica. El Caribe necesita contar con el Gobierno para evitar el deterioro de la vía Ciénaga – Barranquilla, así como mejorar su condición y la seguridad de los usuarios.