HAY QUE APRENDER DE LOS ERRORES DE HIDROITUANGO

lunes, 11 de febrero de 2019 a las 07:00 AM Columnas

Es triste ver que eventos trágicos que ya habíamos pronosticado, se cumplan sin que las personas a cargo hayan actuado para prevenirlos y hoy lo asuman todo como si fuera un imprevisto. Este es el caso del desastre ambiental que estamos viviendo en el país a causa del fallido proyecto de Hidroituango, que tiene agonizando al rio Cauca, el segundo cuerpo de agua más importante de Colombia.

La angustia de las comunidades ribereñas aumenta cada día, fruto de la terrible situación en la que se encuentra el río Cauca y no es para menos, porque ante sus ojos se está desvaneciendo la fuente de vida que por generaciones ha sostenido y ha dado una identidad a sus comunidades, que sin su río, no tiene sentido.

Hoy menos de una semana después de que se realizara el apresurado cierre de la compuerta uno de la casa de máquinas, queda muy poco de lo que algún día fue el río Cauca. Si bien los recientes anuncios de EPM sobre el incremento paulatino que ha tenido el rio estos dos días han sido más alentadores, no podemos ignorar ni olvidar que los niveles a los que ha llegado el descenso de su caudal son históricos y alarmantes, lo cual ha provocado daños irreversibles en la flora y fauna de los ecosistemas aledaños así como graves emergencias sociales en los municipios cercanos, que persisten a pesar de que EPM ha dicho tener activos los protocolos de emergencia.

Es que cuando se reta a la naturaleza de esa manera, y se pierde, las consecuencias son inimaginables. Más de una vez, desde el Congreso de la República y a través de los medios de comunicación, he advertido los graves riesgos y daños ambientales que implican la construcción de hidroeléctricas en cualquier ecosistema, pero el Gobierno ha insistido en este tipo de generación eléctrica como si fuera la única alternativa, por eso hoy estamos presenciando esta innecesaria tragedia.

El monopolio que quiere mantener el llamado “Cartel del agua”, nos ha arrastrado a esta crisis que se ha extendido a todo el país. Hacer lobby para impedir el desarrollo de las Energías Renovables en Colombia fue una de las acciones de este cartel, que buscaba evitar el ingreso de las energías limpias a la matriz energética nacional, con la intención de mantener el control del mercado, que aún ahora, 5 años después de la expedición de la Ley 1715 de 2014, depende en un 70% de las fuentes hídricas.

Hace 5 años, el Gobernador de Antioquía, funcionarios del Gobierno y políticos de la región celebraban la desviación del río Cauca. Hoy nadie responde por el fracaso de este proyecto. El Gobierno Nacional debe intervenir de manera activa para que se consiga mitigar la crisis en los cuerpos de agua, mientras que la Procuraduría y la Fiscalía deben realizar su tarea y decirle al país quiénes son los responsables y castigarlos acordemente.

Como si no fuera suficiente, el río Magdalena ha tenido un descenso preocupante en los últimos días, como resultado del cierre de la última compuerta de Hidroituango. Inevitablemente en la Costa Caribe estamos viviendo de primera mano las consecuencias del fracaso de Hidroituango, que como era de esperarse, serán sistémicas y afectarán a la cuenca del río Magdalena y las planicies inundables de la Depresión Momposina. No solo por la disminución de las aguas y el impacto ambiental, que son un grave problema en si mismos, sino también por el aumento en las tarifas de energía que traerá la no entrada en operación del proyecto de EPM, que debía aportar el 26% de la demanda de energía de la Región Caribe para el 2019.

Una vez más la naturaleza nos da la razón; la solución no son las hidroeléctricas, son las energías limpias, que esperamos den un paso importante este 26 de febrero con la realización de la primera subasta de contratación de energías renovables en el país. Le pedimos al Gobierno Nacional ir más allá en su apuesta por la diversificación de la matriz energética para que se dé un verdadero cambio en los próximos años.

Anhelamos la recuperación total de este proyecto por el bien de la comunidad y del país, queremos nuevamente ver cómo corren las aguas caudalosas por el río Cauca y que lo que estamos viviendo solo sea el recuerdo de la horrible noche. Colombia debe aprender de esta tragedia y no volver a cometer los mismos errores, no se pueden seguir construyendo proyectos de esta naturaleza que demandan costos incalculables tanto en recursos ambientales como en recursos sociales y económicos. Una vez más, y ojalá por última ocasión, queda comprobado que la autosuficiencia energética sostenible para nuestro país la hallaremos en las energías renovables de fuentes no convencionales.

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