Resulta grave que las alertas que por años se han emitido acerca del riesgo de escasez en las reservas de gas en Colombia, por primera vez muestren unas cifras de las que no se habían tenido registro desde hace más de 40 años. La tendencia que se venía presentando desde el año 2012, se agravó en el último año.
Según el último informe de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), en el 2018 las reservas probadas del país cayeron en un 2,9%, al pasar de 3.896 a 3.782 giga pies cúbicos (Gpc), lo que redujo la vida útil de las reservas de 11,7 a 9,8 años, siendo esta la primera vez que se encuentran por debajo de los 10 años.
El gas natural ha sido un combustible fundamental para la transformación energética de Colombia, al compartir la matriz con otras fuentes de energías convencionales y no convencionales se ha convertido en el respaldo principal del sistema eléctrico, es decir que sin gas la confiabilidad de nuestro actual sistema estaría en grave riesgo, por lo que al depender del gas importando estaríamos perdiendo nuestra autosuficiencia.
De acuerdo a lo señalado por la ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, el pasado mes de mayo, de no encontrar reservas de gas natural en Colombia, el país se vería obligado a importar el gas a partir del 2021. En dicho contexto, el principal afectado sería el usuario final, quien debido al incremento que se produciría por la importación del gas, terminaría asumiendo mayores costos en las tarifas de energía y gas. Es de resaltar que se afectaría de manera dramática a las familias del Caribe, teniendo en cuenta la problemática energética que se vive en esta región y el impacto que generaría un aumento en el precio de este combustible.
Preocupa enormemente que ahora que el gas se proyecta en el mundo como el combustible fósil de mayor crecimiento por encima del petróleo y el carbón, en nuestro país estén escaseando sus reservas y más cuando se ha demostrado el gran potencial que tenemos en el Caribe costa afuera. Es contradictorio que nos encontremos en el peor momento en cuanto a reservas justamente cuando se reactivaron con éxito los contratos de exploración y producción costa afuera en el mar Caribe.
Es indispensable continuar la búsqueda de nuevas fuentes de suministro para garantizar el abastecimiento del país en el largo plazo y no estar sometidos a la creciente amenaza de escasez. Reconocemos los esfuerzos que están realizando el Ministerio de Minas y Energía y la Agencia Nacional de Hidrocarburos para la consolidación de nuevos contratos Offshore que por varios años estuvieron suspendidos, pero es importante que el Gobierno Nacional revise la normatividad actual para acelerar y destrabar los procesos de exploración y producción de gas, de tal forma que se aumenten los niveles de reservas.
El Gobierno debe hacer todo lo que esté en sus manos para revertir esta crisis e impedir que perdamos nuestra autosuficiencia energética, no solo porque una eventual escasez de gas representaría una importante alza en las tarifas sino también porque tenemos todos los recursos y las condiciones para no estar en esta situación.
Una de las vías a considerarse para garantizar el abastecimiento energético del país, debe ser la implementación de un compromiso articulado de todos los entes participantes con el objetivo principal de cuidar los recursos naturales y generar su uso sostenible, permitiendo, caso a caso en territorios que hoy son de protección excluyente, la exploración y la eventual explotación de hidrocarburos, pero de manera limitada, sostenible y con una reglamentación especial que proteja, sobre los intereses particulares, la conservación de los recursos naturales.