UN FENÓMENO DEL NIÑO SIN EL CONTROL DE ISAGEN

domingo, 19 de mayo de 2019 a las 10:31 PM Columnas

Ya han pasado tres años desde que se realizó la polémica venta de Isagen, que fue catalogada por algunos como el “Negocio del último año en Latinoamérica” y por otros como un “Grave error que generaría un gran detrimento patrimonial a la Nación”. Fuera una mala decisión o no su venta, hoy estamos sufriendo los efectos de su privatización.

Cuando el Gobierno Nacional vendió Isagen, no solo entregó uno de los principales activos de la Nación sino que también dejó en manos de particulares la soberanía energética de Colombia. Pasamos automáticamente a depender de privados para expandir la oferta energética del país, una limitante que hoy muestra sus macabros efectos.

Teniendo en cuenta las diversas y constantes crisis por las que atraviesa el sector eléctrico en Colombia, la decisión de vender Isagen fue desacertada porque sumó una nueva preocupación: la entrega del poder del mercado a privados, quienes, como ya es comprobado, manejan los precios a su conveniencia.

Aunque este año el Fenómeno del Niño se ha presentado de manera singular, los pronósticos de los meteorólogos sugieren que podría durar hasta finales de 2019.
Preocupa enormemente que por la variabilidad climática a la que estamos expuestos en Colombia este fenómeno se pueda intensificar, en ese caso sería la primera vez que el país se enfrentaría al Niño, después de la venta de Isagen, una situación que abriría la puerta al abuso y descontrol en los precios de la energía.

Actualmente, los precios de energía a los que estamos siendo sometidos los colombianos son producto de la manipulación y especulación de los generadores hidráulicos que venden en bolsa aumentando el precio inorgánicamente; sin tener en cuenta la realidad del clima en Colombia. Ahora, si las condiciones climáticas se prestan para justificar estos aumentos, hasta donde llegarán los incrementos en las tarifas?

Sin la participación del Estado, que con Isagen tenía más del 20% del mercado, lo que le permitía mantener el equilibrio en este sector privatizado, es incierto el panorama que podríamos tener en caso de presentarse un fuerte fenómeno del niño. Teniendo a los agentes reguladores al servicio de intereses privados y una vigilancia por parte de los organismos de control en algunos casos restringida y, en otros, pobre, las generadoras hidráulicas tendrían todo dispuesto en bandeja de plata para establecer, a sus anchas, los precios de la energía.

Es lamentable que el futuro de la energía eléctrica del país se encuentre en manos de unas cuantas empresas privadas y peor aún que suframos continuamente los abusos por el aumento de precios sin que el Gobierno recurra a las facultades con las que cuenta para sancionar estas faltas, contrariando la legislación colombiana puntualmente a lo establecido en el artículo 365 de la Constitución y el régimen para la generación, interconexión, transmisión, distribución y comercialización de electricidad en el territorio nacional (Ley 143 de julio 11 de 1994).

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