EL DESAFíO ES QUE CADA TEMPORADA INVERNAL NO CAUSE MáS CATáSTROFES

domingo, 14 de mayo de 2017 a las 06:43 AM Columnas

Seguimos sin aprender la lección en términos de gestión del riesgo de desastres, aunque en una porción del territorio nacional se ha avanzado en la prevención de tragedias naturales o se han atenuado los impactos que ayer eran mortales.

De acuerdo con las estadísticas oficiales, vamos por buen camino en materia de crecimiento económico, empleo e inversión.

Pero frente al cambio climático todavía estamos en pañales y ello redunda en millonarios gastos para la Nación por concepto de reconstrucción urbana y rural, así como la atención de millares de damnificados, amén de los muertos que se causan por el desbordamiento de ríos y avalanchas.

El Congreso de la República ayudó con la estructuración de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres – UNGRD-, entidad a la que debemos abonarle su preocupación y el estado de permanente alerta del equipo que la compone. No obstante, la idea es que en lugar de reaccionar ante la desgracia podamos acompañar con mayor énfasis a los entes territoriales en la tarea de prevenir y activar los planes de contingencia.

El Gobierno tiene más de un mes de estar diciendo que “a pesar de que la furia de la naturaleza es inevitable, sí pueden adoptarse acciones para disminuir sus efectos y mitigar los riesgos”. El Presidente Santos lo repite cada vez que puede.

La presente temporada invernal registra 217 eventos en 168 municipios, en sitios como Mocoa, Manizales, y en el Huila donde ha llovido más que nunca antes en la historia. Se han afectado más de 10.300 familias, las víctimas fatales se calculan en 360 y los desaparecidos son por lo menos 100.

Casas destruidas, centenares de vías arrasadas, decenas de acueductos fuera de servicio, cementerios llevados por las crecientes, tierras agropecuarias inundadas y desbordamiento de la crisis sanitaria, son algunos de los efectos catastróficos que pueden enumerarse en tiempos de un invierno cada vez más desaforado.

¿Qué debe hacerse ante el drama? Entregar mercados, distribuir kits de ayudas, otorgar subsidios de arriendo, repartir litros de agua, controlar los aspectos sanitarios, y auxiliar a millares de enfermos, tareas en la cuales este año el Estado ha invertido 44 mil millones de pesos. ¿Cuánto podríamos ahorrarnos por cuenta de ser más responsables en la prevención? ¿Cuántas vidas humanas se habrían podido salvar? ¿Cuántos cultivos seguirían produciendo? ¿Cuántas vacas seguirían dando leche?

Es necesario, prioritario y urgente que la Nación, departamentos, distritos y municipios profundicen el trabajo en relación con el impulso de políticas de mitigación y adaptación al cambio climático.

En cifras del Gobierno, se han invertido “más de 5.5 billones de pesos y se han construido más de 5 mil 400 proyectos en 1.096 municipios del país, beneficiando a 7 millones de personas”. Desde otros despachos públicos y privadas la sentencia es que se debe invertir el triple de esa cifra a corto plazo para cubrir gran parte del trecho que falta en prevención.

Hoy existe alerta de posibles deslizamientos en 400 municipios por las continuas lluvias. Si por algún motivo de la impredecible naturaleza el pico del invierno es distinto al señalado por el Ideam, tendremos que ponernos a rezar para no seguir sepultando a seres queridos.

Frente a un sector público que se ha visto superado en los últimos diez años por el fallo en los pronósticos medioambientales, tenemos un sector privado que tampoco se ha quedado atrás en la desatención del tema.

El 66,2% de los empresarios afirma que su organización se vio afectada en los últimos cinco años por los fenómenos de El Niño y/o La Niña. El 92,7% afirma haber implementado en los últimos cinco años programas de reciclaje y aprovechamiento de los residuos sólidos. Y el 77,5% afirma haber reducido el uso y emplear en forma eficiente el recurso hídrico, en los últimos cinco años. Así lo informa la Misión de Crecimiento Verde del Departamento Nacional de Planeación (DNP), al revelar una encuesta sobre conocimiento, sensibilidad, estrategias realizadas y retos de cambio climático, competitividad y crecimiento verde.

De una u otra forma tranquiliza que el Gobierno acelere lo que le corresponde y que las empresas empiecen a entender de mejor manera el impacto de la situación ambiental y el cambio climático. De no ser así las cadenas de valor y la competitividad se desploman irremediablemente.

Para nosotros está claro que uno de los desafíos nacionales es que cada temporada invernal no cause más catástrofes ni deje los muertos que enlutan tantos hogares. La idea es que podamos guarecernos de la lluvia y que veamos pasar los ríos, agitados sí, pero sin llevarse por delante la vida ni los enseres de millares de compatriotas en situación de vulnerabilidad. Las familias más desprotegidas no pueden seguir viviendo en zonas de alto riesgo. Por favor escríbame a jname@josename.com