Al conocer los resultados de las tan esperadas subastas de energía renovable y del cargo por confiabilidad, realizadas la semana pasada bajo el liderazgo del Ministerio de Minas y Energía en conjunto con la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) y la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), nos hemos llevamos una gran decepción por el retroceso que tendremos frente a la llamada “transformación energética” y la subsecuente diversificación de la matriz energética.
Para empezar, la primera subasta de energía renovable nos dejó un sinsabor y un sentimiento de frustración ya que no hubo adjudicaciones. ¿Cómo es posible que digan que fue un éxito, cuando no se cumplió el objetivo de la subasta? Aunque ya fue anunciada una nueva puja para el próximo 30 de junio, es evidente que se sigue retrasando y dilatando el proceso de la integración de las energías renovables al Sistema Energético Nacional.
Es lamentable que por el mal diseño que planteó la CREG de las condiciones de competencia, se haya obtenido este resultado adverso aún cuando los niveles de participación fueron altos. De haberse estructurado correctamente este proceso, en el que coincidieron múltiples ofertas de contratos de compra y venta de energía, hoy estuviéramos celebrando la adjudicación de más de 1000 megavatios hora/año por 12 años pero desde su diseño la CREG definió unos indicadores de competencia excluyentes y desbalanceados.
Hay incertidumbre dentro del sector, especialmente porque no saben con qué se van a tener que enfrentar en la próxima subasta. El Ministerio Minas tiene que replantear la estructuración de tal forma que impulse el interés por parte de los compradores y promueva la competencia entre los proyectos participantes. Necesitamos recuperarnos de éste fracaso, llegó el momento de revisar el procedimiento, salir de la zona de confort a la que está acostumbrada la CREG e innovar con mecanismos que permitan alcanzar el objetivo central, que no es otro que facilitar el ingreso y proliferación de las energías renovables no convencionales dentro del mercado eléctrico colombiano.
Por otro lado, están los resultados de la subasta del cargo por confiabilidad, que también nos generan grandes interrogantes y preocupaciones. En uno de mis escritos semanales ya había expresado mi desacuerdo en que Empresas Públicas de Medellín (EPM) participará en esta puja, por lo incoherente que era permitirle a la misma empresa que causó la crisis que motiva la convocatoria, participar en ésta.
Pese a lo absurdo de la situación, en la subasta realizada con el propósito de garantizar el abastecimiento eléctrico del país, la empresa EPM y su proyecto Hidroituango resultaron siendo adjudicatarios del 1.8% del total de las obligaciones de energía en firme para suministrar energía entre los años 2022 y 2032.
Sinceramente, no podemos entender cómo se expone de esta manera la estabilidad del Sistema Eléctrico Nacional. Al entregarle obligaciones de energía en firme a un proyecto como Hidroituango, que no ha podido entrar en operación y cuya crisis empeora día a día, se hace más vulnerable nuestro sistema eléctrico a nuevas crisis y periodos de escasez y racionamiento. Con justa causa nos preguntamos entonces: Si Hidroituango sigue de mal en peor, ¿cómo van hacer para cubrir el posible déficit que se presentará en dos años?
Ya los miembros de la junta de Hidroituango se comenzaron a lavar las manos frente a este asunto. El Gobernador de Antioquia y Presidente de la junta, Luis Pérez Gutiérrez dijo que: “Cualquier participación que EPM tenga en esta subasta de energía, es una responsabilidad solamente de ellos, porque todos los cronogramas de terminación de obra que nos han llegado son cronogramas indeterminados”. Así las cosas, el panorama que nos espera es muy difuso, ojalá todo salga bien.
A pesar de lo anterior, reconocemos lo positivo que resulta que se hayan incorporado por primera vez en esta subasta proyectos de fuentes no convencionales de energía renovable y también que se haya logrado una disminución en el precio del cargo por confiabilidad, pero no podemos estar tranquilos si seguimos estando en manos de EPM e Hidroituango.
Contrario al alivio y la confianza que debería representar para el sector el “éxito” de la subasta del cargo por confiabilidad, se sigue percibiendo un ambiente de preocupación e inquietud y no es para menos, estamos ante una situación con poca claridad. Con los resultados de estas dos subastas sentimos como si los pasos para definir la transformación energética a largo plazo, estuvieran dándose para atrás.