La actual coyuntura energética está reviviendo la discusión sobre la explotación de yacimientos no convencionales, un debate que, por trascender lo técnico y lo económico, debe abordarse con rigor, transparencia y una perspectiva a largo plazo. Solo a partir de una aproximación integral que procure el equilibrio entre las necesidades de abastecimiento, la protección del medio ambiente y las comunidades involucradas será posible aportar nuevas luces frente a la grave crisis que hoy amenaza la estabilidad energética del país y condiciona su desarrollo.
La preocupación que genera la acelerada caída en las reservas de petróleo y gas ha llevado a algunos sectores a ver en la implementación del 'fracking' una posible respuesta para cerrar la creciente brecha entre la demanda interna y la menguante capacidad de producción. En este contexto, los sectores que insisten en retomar el fracturamiento hidráulico continúan en aumento. Recientemente, la Asociación Colombiana de Geólogos y Geofísicos de la Energía (ACGGP) reiteró su llamado a reactivar los proyectos piloto “bajo vigilancia estricta, en escenarios controlados, con articulación institucional y social que permita construir la confianza necesaria alrededor del proyecto”. A su vez, la Unión Sindical Obrera (USO) solicitó al Gobierno la reactivación de estos pilotos, destacando que operan bajo criterios técnicos rigurosos y que son fundamentales para garantizar la estabilidad económica del país.
Esta percepción, aunque comprensible en un contexto de incertidumbre energética, merece ser examinada con rigor para determinar si realmente el 'fracking' constituye una opción sostenible para revertir la sentencia de desabastecimiento energético que enfrenta el país. Lo que implica evaluar no solo su capacidad real de aumentar la oferta de hidrocarburos, sino también los costos ambientales, sociales y económicos asociados, así como las exigencias institucionales necesarias para garantizar una operación segura y transparente. En conclusión, se requiere un análisis integral que considere estos factores para establecer si el 'fracking' representa una alternativa viable o si, por el contrario, podría profundizar las vulnerabilidades estructurales del sector energético colombiano.
En este debate, resulta fundamental no relativizar el peso de los riesgos asociados a esta técnica. La presión por garantizar seguridad energética o mantener ingresos fiscales no puede llevar a minimizar o ignorar los impactos ambientales, sociales y sanitarios que la explotación de yacimientos no convencionales puede generar. Se requiere una discusión seria que sitúe los riesgos en el centro del debate, los evalúe con evidencia científica y los pondere frente a los beneficios, priorizando la sostenibilidad, la seguridad y el bienestar de las comunidades.
Asimismo, es fundamental analizar las experiencias internacionales de países como Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, que han demostrado que es posible la implementación del 'fracking' bajo marcos regulatorios estrictos y altos estándares de supervisión. Este examen comparado nos permitirá determinar si, en el caso de Colombia, la adopción de esta tecnología es una buena opción.
Nos encontramos en un momento crucial de pérdida de autosuficiencia energética, que aunque exige acciones inmediatas, estas deben ser responsables y con una visión clara marcada por un equilibrio entre la seguridad energética, la sostenibilidad ambiental y el bienestar de los colombianos.