RECONCILIAR LAS INDUSTRIAS

miércoles, 15 de enero de 2025 a las 07:00 AM Columnas

La cada vez más apretada estrechez del mercado eléctrico y la alta dependencia financiera a los combustibles fósiles que mantiene el país, exige replantear el papel antagónico que se le está dando al petróleo y el gas en la llamada Transición Energética Justa. Reconciliar la industria renovable con la no renovable es determinante para dirimir las limitaciones que en estos momentos tenemos en el avance de los planes de descarbonización, que a su vez garanticen la seguridad energética.

Recientemente, el Presidente Gustavo Petro reafirmó, a nivel mundial, su postura antihidrocarburos, anunciando el apoyo oficial de Colombia al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. Iniciativa que busca promover la prohibición de todo nuevo proyecto de extracción, ignorando que para apalancar un desarrollo sostenible del sector eléctrico, es crucial el respaldo de la industria de los hidrocarburos.

Si bien la tendencia mundial hacia la descarbonización crece de manera vertiginosa, es erróneo pensar que el mercado global de los combustibles fósiles llegará pronto a su fin y que de un momento a otro las fuentes renovables reemplazarán los hidrocarburos. Ojalá fuera así. La realidad es que no estamos preparados para prescindir del petróleo y el gas. El único camino para lograr una transición que no comprometa la estabilidad del sistema energético del país es de la mano de la tradicional industria.

Un buen comienzo sería reducir la dependencia a los combustibles. Si queremos obtener resultados significativos en la mitigación de los efectos del cambio climático, y avanzar en la transición energética, el gobierno debe centrarse en revolucionar el sector del transporte, uno de los mayores consumidores de energéticos a nivel nacional con un 40%, del cual el 96% proviene de combustibles fósiles. Potenciar el uso de la electricidad en el transporte nos permitiría contar con una movilidad ecológica, eficiente, silenciosa y libre de combustibles fósiles, que contribuiría al cumplimiento de las metas de reducción de emisiones de CO2 y la electrificación sostenible de la economía colombiana.

Mientras que no exista un plan claro a largo plazo acerca de la sustitución de la industria de los hidrocarburos, hay que seguir fortaleciendo el sector e incluyéndolo entre los planes de crecimiento y explotación de minerales. Ignorar el papel clave que juegan los combustibles fósiles en la economía nacional es un grave error, no estamos en condiciones de soportar las enormes pérdidas que supondría el abandono de la industria. En estos momentos es imposible reemplazar esta actividad productiva: ¿De dónde sacaremos los millonarios recursos que entrega el sector por concepto de regalías o los altos dividendos que produce Ecopetrol?, ¿Cómo reemplazar de un día para otro, los dineros que aporta esta industria a la Nación?, o ¿Cómo avanzar en los planes y proyectos de descarbonización sin el apoyo de la industria?

En tiempos en donde prima la incertidumbre en torno a la capacidad del país para satisfacer la creciente demanda energética, resulta insensato oponerse a la exploración y explotación de hidrocarburos. Con la soberanía energética del país en inminente riesgo se agota el tiempo para redireccionar la política con medidas encaminadas a asegurar el suministro de petróleo y gas en el corto, mediano y largo plazo. La reactivación y preservación del sector es la salida a la actual crisis y la vía más segura para avanzar hacia una transición responsable, que garantice la seguridad y soberanía energética de Colombia.