TRUMP: ENTRE EL VOTO CASTIGO Y EL DESEO DE QUE LE VAYA BIEN A SU GOBIERNO

lunes, 14 de noviembre de 2016 a las 07:19 AM Columnas

En una democracia importan sus poderes públicos, los partidos políticos y la interactividad entre los distintos estamentos de la sociedad, pero el valor más preciado de una Nación está dado por sus ciudadanos. Siempre críticos y deliberantes.

Sobre la ciudadanía recae todo lo conveniente e inconveniente dentro del accionar de un Estado y a la hora de los debates electorales se imponen el juicio y el sentir para premiar o castigar a quienes desde el Establecimiento conducen el destino de un pueblo.

No se puede estimar la absoluta normalidad en un país como los Estados Unidos, considerado la primera expresión mundial del poder político y económico, con una diversidad étnica como quizá no la tiene ningún otro en el planeta, una población de sentimientos y pensamientos complejos, así como una diversidad de Estados que en el marco de la federalización encierran un escenario de gobernanza que no es sencillo.

Los últimos ocho años han transcurrido bajo la batuta del Partido Demócrata en el Gobierno y un caldeado ambiente en el Congreso. Barack Obama, en lo que podría haber sido inimaginable en otros tiempos, llevó a la raza negra por primera vez a la Casa Blanca, para presidir una administración histórica, de fina diplomacia, amante de la desactivación del conflicto y preocupada por aumentar los indicadores positivos del bienestar social.

Se creía que en la línea de sucesión iba a ser fácil para Hillary Clinton mantener el gobierno en cabeza de los demócratas. Su calidad humana, experiencia en la política y formación profesional, con un aparente amplio apoyo de opinión pública y de medios de información, parecían conducirla inevitablemente a la victoria.

Donald Trump, un empresario exitoso, inclinado por la agitación de masas, particular en su lenguaje, supuestamente con una débil estructura programática, signado por episodios polémicos en su vida productiva y personal, daba la impresión de tenerlo todo en contra.

Clinton posiblemente pecó por un exceso de confianza y cierto aire triunfalista. La política que ejerzo desde hace 10 años ininterrumpidos con credencial en el Senado de la República, me ha enseñado que se debe ser prudente y poco confiado cuando los asuntos se ven relativamente inofensivos. Nada está dado con soltura y la victoria solo se debe creer cuando el último voto contabilizado indica una franca elección. Como en el fútbol, gana el que hace más goles.

En Estados Unidos ocurrió lo que para buena parte del mundo resultó ser inesperado y sorpresivo. El Presidente electo de los Estados Unidos es Donald Trump y en las primeras 96 horas de haber sido investido, salvo las protestas en algunos lugares del país y uno que otro sobresalto en el mercado de valores, se ha producido una reacción calmada, que escucha con mucha expectativa cada planteamiento del Presidente electo.

Los primeros análisis destacan un triunfo sobre la base de una profunda inconformidad con la política social de los demócratas, el malestar de la población blanca de clase media desempleada y la persistencia de algunos elementos de la política exterior que en el caso de las relaciones con Cuba fueron determinantes en Estados como la Florida, entre otros factores.

Personalmente no me abrigan temores en relación con el nuevo gobierno de los Estados Unidos.Si con los Republicanos hemos tenido excelentes relaciones y buena tónica de apoyo frente al proceso de paz y el comercio bilateral, incluso con el Tratado de Libre Comercio, pienso que con el Presidente Trump nos debe seguir yendo bien o probablemente mejor.

Me sumo a las felicitaciones que el Gobierno de Colombia en cabeza del Presidente Juan Manuel Santos le ha dado a la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos de América. Es nuestro deseo que la diplomacia y el lobby de nuestra parte utilicen sus mejores herramientas e intérpretes para que el coloso del norte continúe como nuestro mejor socio comercial y de principal inversionista en el país, lo cual sería un respaldo insustituible ahora que estamos ad portas del posconflicto si la paz se materializa definitivamente.

Estoy seguro que un hombre de la visión y el éxito empresarial de Donald Trump, sabe reconocer las fortalezas de su entorno y no me equivocaría al sostener que sin mencionarnos en desarrollo de su campaña electoral, sí valora lo que Colombia significa en los planes de unas mejores relaciones con América Latina y la incidencia de consolidar este bloque en el contexto económico y político, ante cierta inestabilidad europea y la dura competencia asiática.

No me asusta el nuevo Gobierno de Trump, me anima a pensar con imaginación y creatividad lo que podemos hacer para el buen uso y aprovechamiento de las fortalezas que tiene como líder empresarial y de las que tendrá como Jefe de Estado de una de las naciones más poderosas del mundo. Comparto lo que dijo Hillary Clinton al admitir el resultado que le fue desfavorable, en el sentido de que a Donald Trump hay que darle la oportunidad de ejercer su liderazgo y trabajar de su lado por un país, un continente y un mundo mejor. Bienvenida la Era Trump. Por favor visite www.josedavidname.com o escríbame a jname@josename.com